martes, 15 de mayo de 2018

La casa de Bernarda Alba

La casa de Bernarda Alba. Acto II. Escena del conflicto.


LA PONCIA.-  Siempre has sido lista. Has visto lo malo de las gentes a cien leguas; muchas veces creí que adivinabas los pensamientos. Pero los hijos son los hijos. Ahora estás ciega.

BERNARDA.-  ¿Te refieres a Martirio?

LA PONCIA.-  Bueno, a Martirio...  (Con curiosidad.)  ¿Por qué habrá escondido el retrato?

BERNARDA.-   (Queriendo ocultar a su hija.) Después de todo, ella dice que ha sido una broma. ¿Qué otra cosa puede ser?

LA PONCIA.-  ¿Tú crees así?  (Con sorna.)

BERNARDA.-   (Enérgica.) No lo creo. ¡Es así!

LA PONCIA.-  Basta. Se trata de lo tuyo. Pero si fuera la vecina de enfrente, ¿qué sería?

BERNARDA.-  Ya empiezas a sacar la punta del cuchillo.

LA PONCIA.-   (Siempre con crueldad.) Bernarda: aquí pasa una cosa muy grande. Yo no te quiero echar la culpa, pero tú no has dejado a tus hijas libres. Martirio es enamoradiza, digas lo que tú quieras. ¿Por qué no la dejaste casar con Enrique Humanas? ¿Por qué el mismo día que iba a venir a la ventana le mandaste recado que no viniera?

BERNARDA.-  ¡Y lo haría mil veces! ¡Mi sangre no se junta con la de los Humanas mientras yo viva! Su padre fue gañán.

LA PONCIA.-  ¡Y así te va a ti con esos humos!

BERNARDA.-  Los tengo porque puedo tenerlos. Y tú no los tienes porque sabes muy bien cuál es tu origen.

LA PONCIA.-   (Con odio.) No me lo recuerdes. Estoy ya vieja. Siempre agradecí tu protección.

BERNARDA.-   (Crecida.) ¡No lo parece!

LA PONCIA.-   (Con odio envuelto en suavidad.) A Martirio se le olvidará esto.

BERNARDA.-  Y si no lo olvida peor para ella. No creo que ésta sea la «cosa muy grande» que aquí pasa. Aquí no pasa nada. ¡Eso quisieras tú! Y si pasa algún día, estate segura que no traspasará las paredes.

LA PONCIA.-  Eso no lo sé yo. En el pueblo hay gentes que leen también de lejos los pensamientos escondidos.

BERNARDA.-  ¡Cómo gozarías de vernos a mí y a mis hijas camino del lupanar!

LA PONCIA.-  ¡Nadie puede conocer su fin!

BERNARDA.-  ¡Yo sí sé mi fin! ¡Y el de mis hijas! El lupanar se queda para alguna mujer ya difunta.

LA PONCIA.-  ¡Bernarda, respeta la memoria de mi madre!

BERNARDA.-  ¡No me persigas tú con tus malos pensamientos!



(Pausa.)




LA PONCIA.-  Mejor será que no me meta en nada.

BERNARDA.-  Eso es lo que debías hacer. Obrar y callar a todo. Es la obligación de los que viven a sueldo.

LA PONCIA.-  Pero no se puede. ¿A ti no te parece que Pepe estaría mejor casado con Martirio o..., ¡sí!, con Adela?

BERNARDA.-  No me parece.

LA PONCIA.-  Adela. ¡Ésa es la verdadera novia del Romano!

BERNARDA.-  Las cosas no son nunca a gusto nuestro.

LA PONCIA.-  Pero les cuesta mucho trabajo desviarse de la verdadera inclinación. A mí me parece mal que Pepe esté con Angustias, y a las gentes, y hasta al aire. ¡Quién sabe si se saldrán con la suya!

BERNARDA.-  ¡Ya estamos otra vez!... Te deslizas para llenarme de malos sueños. Y no quiero entenderte, porque si llegara al alcance de todo lo que dices te tendría que arañar.

LA PONCIA.-  ¡No llegará la sangre al río!

BERNARDA.-  Afortunadamente mis hijas me respetan y jamás torcieron mi voluntad.

LA PONCIA.-  ¡Eso sí! Pero en cuanto las dejes sueltas se te subirán al tejado.

BERNARDA.-  ¡Ya las bajaré tirándoles cantos!

LA PONCIA.-  ¡Desde luego eres la más valiente!

BERNARDA.-  ¡Siempre gasté sabrosa pimienta!

LA PONCIA.-  ¡Pero lo que son las cosas! A su edad. ¡Hay que ver el entusiasmo de Angustias con su novio! ¡Y él también parece muy picado! Ayer me contó mi hijo mayor que a las cuatro y media de la madrugada, que pasó por la calle con la yunta, estaban hablando todavía.

BERNARDA.-  ¡A las cuatro y media!

ANGUSTIAS.-   (Saliendo.) ¡Mentira!

LA PONCIA.-  Eso me contaron.

BERNARDA.-   (A ANGUSTIAS.) ¡Habla!

ANGUSTIAS.-  Pepe lleva más de una semana marchándose a la una. Que Dios me mate si miento.

MARTIRIO.-   (Saliendo.) Yo también lo sentí marcharse a las cuatro.

BERNARDA.-  ¿Pero lo viste con tus ojos?

MARTIRIO.-  No quise asomarme. ¿No habláis ahora por la ventana del callejón?

ANGUSTIAS.-  Yo hablo por la ventana de mi dormitorio.



(Aparece ADELA en la puerta.)




MARTIRIO.-  Entonces...

BERNARDA.-  ¿Qué es lo que pasa aquí?

LA PONCIA.-  ¡Cuida de enterarte! Pero, desde luego, Pepe estaba a las cuatro de la madrugada en una reja de tu casa.

BERNARDA.-  ¿Lo sabes seguro?

LA PONCIA.-  Seguro no se sabe nada en esta vida.

1 comentario:

  1. Bien hecho, Feli.

    Ahora hay que comentar cada uno de los niveles del texto: fonética, variantes, léxico y semántica.

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